“Estaba borracho,” dijo apresuradamente, “increíble y estúpidamente borracho. Sé que es una excusa horrible, pero es cierto. Demonios, ni siquiera es una excusa, es solo una explicación. No sé como terminé tan bebido. Estuve inconsciente casi toda la noche. Apenas recuerdo nada.” “Entonces como sabes...”
“Ella me lo dijo. Dijo que me besó pero que yo la empujé y le dije que no. Eso es todo. Tú solo viste el peor momento. Ella me ayudó a llegar a casa y se marchó. Ni siquiera sabía que había pasado hasta el día siguiente cuando me di cuenta de que no habías vuelto a casa.”
No se había acostado con ella. Me tomé un segundo para pensar en ello. Pero, aún así, él me había dejado, así que, ¿qué importaba lo que hubiera hecho con ella? Esa horrible sensación de desgarro en mi pecho volvió con fuerzas renovadas. ¿Por qué me estaba haciendo esto? ¿Se sentía mal por todo lo de los medios y el desastre? ¿Necesitaba que yo le absolviera o algo? ¿Quería que le hiciera sentir mejor, decirle que estaba bien, que no era para tanto?
“¿Por qué me estás diciendo esto?” Para mi disgusto, mi voz sonaba tocada, aguada y temblorosa. Estaba llorando, maldición.
Sentí más que vi a Edward dar un paso hacia mí e, instintivamente, di un paso atrás.
