“¿Misógino? ¡Yo no soy misógino!” Fue detrás de mí mientras yo subía con fuertes pisadas los escalones de la entrada. Agarró mi brazo y me dio la vuelta. “¡Me gustan bastante las mujeres!” gritó.
“¡Cierto!” devolví el grito. “¡Las mujeres... pero no yo!”
“¿Tú?” rugió. “¿Crees que no me gustas tú? Yo... yo...” Edward miró a su alrededor salvajemente antes de que sus ojos cayeran sobre mi cara. Sentí su mano apretarse alrededor de mi brazo, la otra se extendió para rodear mi cintura, tirando de mí contra él bruscamente. Jadeé, mis manos se agarraron a su camisa.
