Mi respiración falló y mi corazón se saltó algunos latidos. La miré fijamente, completamente congelado, por lo que pareció una eternidad. Había dicho mi nombre. Mi nombre. Estaba soñando conmigo. Tal vez era porque yo había sido la última persona que había visto antes de quedarse dormida pero, por otra parte... tal vez no. Sentí esperanza, esperanza de que, a pesar de todos los obstáculos y problemas, a pesar de lo jodido y hundido que estaba, a pesar de todo eso, ella me quisiera igualmente. Sentí éxtasis y terror a la vez. Estaba eufórico y horriblemente ansioso al mismo tiempo. No entendía la masa de emociones que se arremolinaban dentro de mí o lo que significaban... y, entonces, cayó sobre mí como el sol cayendo a través de las nubes en Seattle... estaba enamorado de ella.
